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Wednesday, March 07, 2007

Día de la Mujer

Día de la Mujer
Javier Flores
Marzo 7 del 2007
El Día de la Familia es un absurdo creado por los grupos más conservadores del país, entre los que se pueden identificar con facilidad a quienes llevaron a Felipe Calderón al poder en las pasadas elecciones del 2 de julio: la Iglesia, los grupos empresariales, la televisión y otros medios electrónicos e impresos, el Partido Acción Nacional y la multitud de grupúsculos reales o ficticios que giran alrededor de ellos. La invención se instala curiosamente el primer domingo de marzo, para acercarla a la celebración mundial del Día de la Mujer. ¿Por qué?
Lo primero que queda claro es que la familia tradicional está haciendo agua, y que la derecha en nuestro país expresa con su invención el reconocimiento de una crisis profunda de esa institución. De ahí la necesidad de rescatarla. La forma de hacerlo es absurda e inútil (una celebración), pues existen desde hace por lo menos dos siglos factores objetivos que indican la inevitable transformación de la estructura familiar entendida como un dispositivo para el control de lo humano.
Lo que hay detrás es algo mucho más importante que lo que se atreven a decir los promotores del Día de la Familia. La defensa de la organización familiar tradicional oculta la intención de preservar a toda costa un modelo -consolidado desde los primeros años de la Revolución Industrial- que sostiene las jerarquías, el establecimiento de roles y la solidaridad comunal. Frente a esta visión, se ha desarrollado otra que se basa en un entendimiento de lo humano que valora la individualidad y la autonomía, y que entiende a la comunidad como consecuencia de diferentes decisiones individuales más que como algo estructurado jerárquicamente.
De acuerdo con autoras como Janet L. Dolgin, el modelo tradicional planteó en sus orígenes un discurso en favor de los diferentes roles de género, en los que la mujer tiene la función de preservadora y corazón del hogar, situada para servir a su esposo y para el cuidado de los hijos, e imposibilitada, por su propia naturaleza, para emprender otras tareas. Pero este ideal no se pudo sostener. Con el transcurso del tiempo, el número de hijos por mujer cayó de siete a tres (con variaciones que dependen de cada región del planeta), y no a causa de una epidemia o de una guerra, sino de un cambio que revela el nacimiento de un nuevo tipo de relación familiar basada en la negociación y la decisión autónoma de las mujeres.
Esto ha adquirido una expresión a nivel de las leyes, como en el derecho al divorcio, a cohabitar con una persona en ausencia de matrimonio, en dotar de derechos a las madres solteras, el derecho -en distintos casos y latitudes- a la interrupción del embarazo o, más recientemente, en los casos de familias integradas por personas del mismo sexo.
La ciencia ha jugado un papel determinante en estas transformaciones al proveer de los instrumentos para la liberación, autonomía y potenciación del cuerpo. Las nuevas relaciones familiares permiten el despliegue de capacidades femeninas que antes les fueron negadas y que forman parte de una lucha cotidiana que aún no termina.
Pongo un ejemplo para el caso de la ciencia al cual me referí hace tiempo aquí. En pleno siglo XXI, el presidente de la Universidad Harvard, Lawrence Summers, afirmó que las mujeres no tienen la capacidad intrínseca para desempeñarse en las áreas de las matemáticas y las ciencias. Por estas declaraciones, que condensan una ideología del pasado, tuvo que presentar su renuncia. Ahora será una mujer, Drew G. Faust, quien encabezará esa institución educativa y científica, una de las más importantes en el mundo. Esa fue la respuesta, clara y contundente.
A escala mundial, las mujeres representan hoy más de la mitad de la matrícula en la educación superior, con variaciones de acuerdo con las diferentes áreas del conocimiento. La tasa de graduados es superior para el caso de las mujeres en la mayoría de las naciones de la Unión Europea (UE). La proporción de doctorados femeninos es superior a 40 por ciento en la mayor parte de las naciones de la UE, y en países como Irlanda, Italia, Bulgaria, Portugal y Rumania, entre otras, se encuentra por arriba de 50 por ciento. La tasa de crecimiento de investigadoras en esa región, supera con mucho a la de los varones. En suma, la tendencia apunta hacia una presencia mayoritaria femenina en la ciencia europea, según los datos tomados de Women and Science. Scientific Indicators 2006, publicados por la Comisión Europea.
Se trata de un proceso irreversible a escala planetaria -que incluye a México- que hace inútiles todos los esfuerzos por regresar al pasado. No vale la pena detenerse en un Día de la Familia, cuyos objetivos reales no pueden siquiera ser verbalizados por sus promotores. El Día Internacional de la Mujer, en cambio, tiene sentido. El 8 de marzo es una fecha para reflexionar sobre la lucha de las mujeres por su emancipación a lo largo de varios siglos. Para evaluar sus logros y los obstáculos que todavía enfrentan y que deben ser derribados.
El feminismo es una de las mejores cosas que le ha ocurrido a nuestra especie. Es un elemento revolucionario. El control de la sexualidad femenina y su exclusión de la producción de conocimientos han sido los principales pilares en los que se apoya una civilización... que ahora se derrumba.

Tuesday, March 06, 2007

Paco Ramos presenta su libro

Francisco Ramos intelectual e historiador victorense presenta su libro Leyendas de Tamaulipas en el auditorio del Museo Regional De Tamaulipas en Ciudad Victoria.

De músico, poeta y loco… las leyendas tamaulipecas a revisión en la perspectiva de Paco Ramos.

Francisco Ramos Aguirre, Leyendas de Tamaulipas, Gobierno de Tamaulipas/Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/Gobierno Municipal de Victoria/Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural Municipal/Conaculta/Gobierno del Estado de Tamaulipas, 2006, 176 p.

Gerardo Lara Cisneros
IIH/UAMCEH: UAT

“De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”… así reza un viejo adagio popular mexicano que me parece viene a cuento con esta presentación, y es que nuestro polifacético autor, saltillense de nacimiento y victorense por adopción, es un apasionado estudioso de la cultura popular del Noreste mexicano. Francisco Ramos lo mismo ha emprendido estudios sobre la comida, la música o las tradiciones populares que sobre la historia de la educación o la posrevolución. Paco Ramos, como bonachonamente le gusta que le llamen, en esta ocasión nos entrega una deliciosa y amena recopilación de leyendas y relatos que nos acercan a las profundidades del sentir y del ser tamaulipeco. Una obra en la que se reconoce la fuerte vitalidad de la cultura norestense, en la que, a decir verdad, el título no hace justicia a la obra, pues en esta recopilación no sólo hay leyendas sino anécdotas y pasajes históricos con cierta dosis novelesca.
Leyendas de Tamaulipas es el resultado de una minuciosa tarea de recopilación de tradiciones orales; en la que se delinea con viveza los vínculos emocionales de nuestro autor con el pasado de ésta, su tierra adoptiva, a la que Paco se ha encargado de estudiar con dedicación y devoción fraternales. Es también una interesante obra de la que podemos hacer lecturas diversas y variadas interpretaciones.
La tarea de presentar un libro implica algo más que un compromiso formal, ya que supone adentrarse en la lectura de un trabajo arduo, metódico y delicado; es una tarea de gran responsabilidad, pues pone al que lo intenta ante el fruto de muchas horas de investigación, lectura y/o trabajo de campo; pero sobretodo se está ante el resultado de múltiples reflexiones y cavilaciones frente a una pantalla de computadora o de la simple pero imprescindible hoja de papel. Un buen libro es el resultado de un trabajo cuidadoso. Este el caso de Leyendas de Tamaulipas, pues para entregárnosla, explotando su notable veta de historiador, nuestro autor escudriñó lo mismo en polvosos periódicos y revistas que en libros de viajeros, obras literarias y de historia. No conforme con ello, Paco Ramos recorrió las diferentes regiones tamaulipecas para platicar con los vecinos de la frontera en Reynosa, Laredo y Matamoros, con los del Cuarto Distrito en Tula y Jaumave, o con los sureños de Llera, Mante y Tampico, sin faltar los de la orgullosa capital tamaulipeca: Ciudad Victoria. Leyendas de Tamaulipas nos traza una interesante y animada geografía del imaginario tamaulipeco a través de sus narraciones a veces lóbregas, misteriosas y de horror, y en otras de amor y desamor, sin faltar también las que son capaces de desternillar de risa a quien las lee. Esta es una de las posibles lecturas del libro.
Esta lectura causará distintas emociones en los diferentes lectores, pues más de uno recordará su infancia al reconocer las viejas historias que le contaban sus abuelos y nanas. Y tal vez algunos mas, rememorarán un pasaje de su vida juvenil, y ¿porqué no?... hasta una que otra anécdota personal. Otros más, con ojos más solemnes, encontrarán en la obra una rica fuente de información antropológica si es que lo que interesa son los imaginarios y cultura populares. Y es que en las 175 páginas de este muestrario de la fantasía popular; el lector encontrará actores tan variados como el mismísimo Lucifer hasta bellas mujeres y apuestos galanes pasando por personajes históricos como Manuel Gómez Pedraza.
Pero no se piense que este libro es una recopilación de historias fantásticas así nomás… El autor tuvo el buen cuidado de documentar sus fuentes y dejar testimonio de la procedencia de cada narración. Al mismo tiempo, se tomó la precaución de identificar cronológicamente cada una de estas quimeras. De esta forma nos lleva en fabulosos recorridos que nos remontan al lejano siglo XVII para atestiguar la mítica aparición de la “Virgen del Chorrito” que localizada en el municipio de Hidalgo hoy se encuentra en la médula de la identidad tamaulipeca. Encontramos también las historias que extraídas del siglo XVIII denotan el peso de la cultura Huasteca como aquellas en las que el personaje principal es un indio que se transforma en tecolote, documentando así la existencia de la creencia en el anualismo en tierras norestenses. Y qué decir de las muchas variantes en que la Llorona, la vieja Cihuacóatl mesoamericana se hace presente a lo largo y ancho del territorio tamaulipeco llenando de espanto a los desventurados que se la topan. No son pocas las fábulas que el siglo XIX nos dejó en herencia y que bien reflejan el espíritu de su época, como aquellas historias en las que sus protagonistas provenientes de Bélgica o Inglaterra, llegaron a México por algún avatar de la vida, y finalmente eligieron Tamaulipas como residencia permanente diversificando así el espectro étnico de nuestro estado. Y ¿qué decir de las muchas historias que el siglo XX con su revolución aportan a este libro?
Todo esto hace de Leyendas de Tamaulipas una obra recomendable de por sí. Sin embargo, dicen que los mejores libros son los que dieron a sus autores una gran satisfacción y placer al escribirlos, y aquí nos encontramos también ante ese caso. Al leer los más de cincuenta relatos recopilados por Paco Ramos, el lector podrá descubrir con gran gozo infinidad de olores, sabores, colores, rostros, ciudades, pueblos y campiñas, que invitarán a continuar con la lectura cada vez con mayor avidez. Y es que esto sólo es posible de transmitir cuando el que escribe se divierte al hacerlo, cuando paladea y se deleita con cada párrafo, con cada oración, con cada ficción. Esta es otra de las posibles lecturas sobre este libro.
La obra que hoy nos ocupa, esta pensada para un gran público, pues la sensibilidad del autor ha sabido reconocer, encontrar e imaginar lo que a los ojos del lector les gustaría disfrutar. Esto sin menoscabar las continuas referencias a la historia nacional, como aquellos pasajes en los que se habla de Maximiliano de Habsburgo el segundo malogrado emperador de México.
Desde una perspectiva académica ―otra de las posibles formas de leer el texto― la obra que hoy nos congrega, aborda temas que preocupan a historiadores, antropólogos y sin embargo no es un libro académico. En sus páginas, no encontrará el lector las acostumbradas y eruditas referencias a píe de página que son tan distintivas de las obras especializadas y que con frecuencia alejan estos textos de un público amplio. En los últimos años la evolución de los estudios históricos ha empezado a incluir, cada vez con mayor intensidad, investigaciones sobre campos que antes eran considerados parte del trabajo de etnólogos, sociólogos u otros especialistas. Se trata de la indagación sobre temas relacionados con pueblos indígenas, mujeres, niños, indigentes, pueblo llano u algún otro grupo cuyo común denominador sea caer dentro de la, a veces ambigua categoría de “marginal” o como más recientemente se les ha llamado: "grupos subalternos". Son temas a los que con frecuencia el investigador se acerca usando abrevaderos alternativos —como la tradición oral—, y empleando metodologías y técnicas diferentes a las tradicionales, pero no por ello menos estrictas.
El libro de Paco Ramos, recoge mucho de esto pues sin presentarse como un libro de historia si nos invita al estudio del pasado porque contribuye a alcanzar una mejor comprensión del presente, dando así un sentido profundo a la realidad social. Este conocimiento favorece el desarrollo de los sentimientos de identidad, pertenencia y cohesión social y cultural, así como la consolidación y promoción en la defensa de valores ante factores externos e internos que resultan ajenos a la reproducción de los núcleos sociales. En este sentido el estudio de las tradiciones orales refuerza la actitud consciente de los individuos frente a su realidad inmediata y futura. Es por ello que en la gran mayoría de las regiones y pueblos de México encontramos personas para quienes el estudio del pasado de sus localidades es un asunto imperativo. Muchas veces son los cronistas de pueblos y ciudades quienes han consagrado sus vidas a la investigación de ese pretérito local e inmediato que de no ser por ellos se perdería irremediablemente. Esta tarea es de gran importancia pues, en buena medida, construye la memoria colectiva sobre la que se cementa un profundo sentimiento de identidad y orgullo por el terruño.
El conocimiento historiográfico tiene la finalidad principal de ayudar a entender y explicar el pretérito del hombre. No se trata de que la historia emita juicios de valor y se convierta en juez de los tiempos pasados, sino de que les estudie y comprenda. Tampoco busca predecir el futuro ni adivinar nada, tan sólo nos ayuda a entender el presente, lo cual es prioritario para la sociedad. Ninguna nación puede subsistir sin poseer una explicación de su pasado, esto es inherente e indispensable para cualquier sociedad; ahí radica buena parte de su fortaleza y razón de ser, en ello reside el sentimiento de pertenencia y la identidad. El conocimiento y estudio de las tradiciones orales, como las leyendas, es parte importante en este proceso. Desde ahora, el nombre de Francisco Ramos se suma al de insignes historiadores, recopiladores de tradiciones orales y leyendas como Luis González Obregón o Artemio del Valle Arizpe. Narradores amenos con notables dotes literarias.
Las tradiciones orales son palpitante muestra de la vivacidad de la cultura popular; corazón del sentir del pópulo y reflejo de sus intereses, temores, preocupaciones, gustos y disgustos. La tradición oral es historia viva que dibuja el ser de un pueblo, algo cercano a lo que Carl Gustav Jung denominó el inconsciente colectivo. Leyendas, cuentos, consejas populares, chistes y otras oralidades han sido materia prima invaluable para que el historiador, el antropólogo, el lingüista y hasta el psicólogo social se acerquen al estudio de las sociedades. Sin embargo, hay que hacer notar que cuando el estudioso plasma la tradición oral en el papel, en cierta forma la congela para luego poder disecarla en el laboratorio. Paradójicamente al perpetuar un saber que se transmite de boca en boca el recopilador convierte a su materia de estudio en un fósil, en testimonio de lo que era al momento de ser recopilado. Y esto es de lo más interesante, pues a pesar de quedar congeladas por la imprenta, las tradiciones orales (en este caso leyendas) seguirán vivas y mutantes, andarán su camino con independencia del que las recopile o les estudie. La tarea de conservar ese saber oral se vuelve trascendente, pues es la oportunidad de que el futuro confronte y contraste su presente con su pasado oral.
La historia se expresa con vivacidad en la vida cotidiana de la población pues está presente en los edificios, la comida, la lengua, las tradiciones, los cuentos y canciones populares, y en todas las actividades humanas. Esas formas de entender y enfrentar la existencia son, en su conjunto, lo que convencionalmente llamamos manifestaciones culturales y cada núcleo humano desarrolla las suyas propias.
La amplia mayoría de los aquí presentes son tamaulipecos, por ello quiero que esta presentación les diga algo especialmente a ellos. Leyendas de Tamaulipas es un libro que ofrece múltiples y variadas lecturas, unas sencillas y anecdóticas, otras más complejas y densas. De ahí la importancia de que, cuando nos encontremos una obra con estas cualidades, procuremos aprender no sólo del tema y de la información que nos brinda, sino de la manera o la forma sencilla como lo hace. Esto me lleva a reflexionar, una vez más, en el adagio con el que comencé esta presentación pues “De músico, poeta y… soñador”, Paco Ramos, tamaulipeco de corazón, tiene mucho. Por todo esto, no me resta sino felicitar al autor por esta obra que ahora ya no es sólo de él sino de todos los tamaulipecos, e invitarlos a ustedes a leer (y antes, a comprar) Leyendas de Tamaulipas.

Ciudad Victoria, Tamaulipas, México a 15 de febrero de 2007